Buñuelos Soto: una dulce tradición
La familia Soto tiene la satisfacción de mantener viva una herencia que les dejó su abuela doña Teodosia Sánchez, quien al enviudar de su esposo Jesús Soto, comenzó a elaborar buñuelos “de rodilla” y “de viento”, así como muéganos, cocidos en cazuelas de barro, que vendía en el tianguis que se hacía en el jardín “Miguel Hidalgo” del pequeño pueblo de Santa Rosa.
Hacia 1929, en el seno de una humilde familia de Santa Rosa Jáuregui, nació una tradición que prevalece hasta nuestros días: los dorados y crujientes buñuelos “de rodilla” -elaborados de manera artesanal-, bañados con azúcar o piloncillo, que endulzan todo el año las mesas de miles de hogares queretanos, de México e, incluso, del extranjero. Pero, sobre todo, se ha convertido en el postre favorito de muchas familias durante las fiestas de Navidad.
“Los originales de Santa Rosa”, reza el slogan de la empresa familiar formada por una veintena de hijos y nietos, que desde hace décadas dirigen Pueblito y Ángela Soto Guerrero, quienes han conservado la receta original de su abuela doña Teodosia Sánchez y su madre Balvina Guerrero.
Durante la época decembrina es incesante el número de personas del lugar, así como de Juriquilla, la ciudad de Querétaro y otros lugares del vecino estado de Guanajuato que diariamente acuden al número __ de la calle Hidalgo Norte, en la cabecera delegacional de Santa Rosa Jáuregui, a recoger sus “pedidos”. Además, el teléfono del negocio no deja de timbrar por parte de personas que llaman de algunas ciudades del interior de la República solicitando una o varias cajas para tal o cual fecha.
Durante la temporada de Navidad y Año Nuevo llegan a elaborar hasta siete mil buñuelos y es cuando toda la familia, los esposos de Pueblito y “Gela” Soto, sus hijos, nietos y sobrinos, se dedican a trabajar, en jornadas de hasta 16 horas diarias, en la elaboración del producto. Es tal la demanda que quien no hace oportunamente su “pedido”, se queda sin disfrutar del rico postre.
Las prolongadas jornadas son agotadoras, pero a las herederas y continuadoras de la tradición, pero en general a toda la familia, les queda la satisfacción de mantener viva una herencia que les dejó su abuela doña Teodosia, quien al enviudar de su esposo Jesús Soto, comenzó a elaborar buñuelos “de rodilla” y “de viento”, así como muéganos, cocidos en cazuelas de barro, que vendía en el tianguis que se hacía en el jardín “Miguel Hidalgo” del pequeño pueblo.
Esta “dulce tradición” la continuaron los padres de Pueblito y Ángela, don Pablo Soto Sánchez y doña Balvina Guerrero, quienes todas las noches llegaban a la calle Emiliano Zapata, entre Independencia e Hidalgo, con su carrito lleno de tamales “rojos”, “verdes” y de “dulce”, atole de piloncillo y “blanco”, y. por supuesto, los buñuelos bañados de piloncillo.
El éxito de esta empresa familiar estriba en que la elaboración del producto se mantiene de forma artesanal, es decir se hacen manualmente. Sólo una parte del proceso requiere de maquinaria. Por lo demás, en las manos de mujeres, hombres, jóvenes y niños de Santa Rosa Jáuregui está la magia y el delicioso sabor de los “Buñuelos Soto”.
Esto explica el hecho de que algunos clientes comenten al hacer sus compras que los han enviado como regalo a familiares y amigos que viven en países como los Estados Unidos, España, Brasil, Canadá y Panamá. Incluso, han llegado al mismo Vaticano en Roma, Italia.