La fundación del pueblo
En torno a la ayuda de parroquia, y por ser dicho sitio el más proporcionado a las distancias de las haciendas Juriquilla y Buenavista, se comenzaron a asentar las primeras doce familias quienes darían paso a la fundación del pueblo.
El asunto concluyó el 21 de febrero de 1753 cuando el corregidor de Querétaro, Manuel Dávila, recibió de fray José Núñez de Ulloa, de la Regular Observancia de Nuestro Padre San Francisco, cura y ministro de doctrina de la Parroquia de Querétaro, el despacho emitido el 6 de ese mes por el virrey mediante el cual concedió licencia para que “en el puesto de Santa Rosa se erija la ayuda de Parroquia que me tiene mandada el Ylustrisimo Señor Arzbispo, en términos de las haciendas de Buenavista y Juriquilla, por ser dicho sitio el más proporcionado a las distancias de las demás del contorno”.
El asunto de la quinta ayuda de parroquia en la hacienda de Buenavista siguió estancado casi dos décadas, hasta que el 19 de diciembre de 1752 el arzobispo Manuel Rubio y Salinas notificó al provincial de San Pedro y San Pablo de Michoacán, fray Francisco Antonio de Rivera, el dictamen sobre la urgente necesidad que había de construir la ayuda de parroquia en Buenavista. El mismo día escribió a fray José Núñez de Ulloa, cura párroco de la doctrina de Querétaro, para informarle que había determinado proceder a lo anterior en su próxima visita pastoral a dicha doctrina.
Rubio y Salinas envió una carta al administrador de dicha finca, Lucas Mejía, para pedrile que ubicara el sitio que considerara adecuado para tal fin. El 10 de enero de 1753, el arzobispo mandó que “el Divinísimo” se colocase interinamente en la capilla de la hacienda y despachó la Providencia para erigir la ayuda de parroquia en la hacienda de Buenavista. Como el dueño mantuvo la oposición, Rubio y Salinas resolvió cambiar la ubicación y el 25 de enero comunicó al virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, conde de Revillagigedo (1746-1755), que según los informes que recibió en la visita pastoral realizada a la ciudad de Querétaro, encontró que “el sitio de Santa Rosa, en términos de la hacienda de Juriquilla, es el más proporcionado a las distancias de las demás del contorno […]” (Jiménez y Mendoza, 2008: 44-47).
Así consta en el testimonio sacado en 1875 del original que existía en poder de don Timoteo Fernández de Jáuregui, entonces dueño de la hacienda de Juriquilla, a petición del Ayuntamiento del Pueblo de Santa Rosa para el párroco, como título de propiedad del sitio en que está construida la Parroquia. El documento se encuentra en el Archivo de la Parroquia de Santa Rosa de Lima. Consta de once fojas y menciona que es pública la necesidad de erigir una Ayuda de Parroquia, aunque para su ejecución sólo había la dificultad del pleito que entonces estaba pendiente entre el Tribunal de la Santa Inquisición y los menores hijos de don Santiago de Villanueva y Oribay.
Por lo que la Provincia de San Francisco de Michoacán estaba de acuerdo en cubrir el precio del terreno para la ejecución de tan útil y necesaria obra. Ello se fundamenta en el hecho de que por estar distantes más de ocho leguas de la Parroquia de Querétaro, los moradores de muchas haciendas del contorno no acuden al precepto de la misa ni al de la confesión y comunión, ni pueden ser instruidos en la doctrina cristiana, ni administradas prontamente, por lo cual mueren muchos sin confesión.
Con el mandato del virrey, el corregidor Dávila mandó se requiriera a don José de la Masa, depositario y poseedor de la hacienda de Santa Rosa, perteneciente a la de Juriquilla, a fin de que cediera el terreno para construir la Ayuda de Parroquia, entregándole el precio de acuerdo con el avalúo de los peritos, que fueron Cayetano de Guevara y Mateo de Anguiano, quienes el 9 de marzo de 1753 midieron el terreno -ubicado a un costado del Camino Real-, junto con el cura ministro Núñez de Ulloa, consistente en 200 varas de frente -de norte a sur- y 10 varas de fondo -de oriente a poniente-.
Lo identificaron como “el paraje en que terminan las tierras de la Hacienda nombrada Santa Rosa, perteneciente a las de Juriquilla en el camino real que sale de dicha Ciudad de Querétaro para la Hacienda de Buenavista y tierra adentro, a distancia de cinco leguas de dicha Ciudad de Querétaro poco más o menos, en un ranchito de un fulano Ramírez, arrendatario en tierras de dicha Hacienda de Santa Rosa y a donde está sembrada una mojonera de cal y canto que divide las tierras y sitios de las haciendas de Juriquilla y las de las haciendas de Buenavista”.
Como la hacienda de Juriquilla y sus anexas donde se encontraba el terreno estaban en litigio, el corregidor Manuel Dávila pidió al cura José Núñez exhibir la cantidad de diez pesos de oro común en que se valuó. Aquél los recibió y el 10 de marzo de 1753 los entregó en depósito a don Francisco Fernández de los Ríos, para que se pusieran a disposición del Tribunal que seguía la causa del litigio.
Las diligencias concluyeron cuatro días después cuando Santiago de la Garza, teniente de Alguacil Mayor de la Ciudad de Santiago de Querétaro, acudió al paraje “para efecto de meter y amparar en posesión de él al muy Reverendo Padre Cura Ministro de Doctrina de dicha Ciudad de Santiago de Querétaro”, en cuyo nombre y representación acudió fray José Chaverri, su coadjutor, también religioso de la Regular Observancia de Nuestro Seráfico Padre San Francisco de la Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán.
El escribano real y público Felipe de Suaznabar describió en estos términos el acto realizado por el alguacil mayor Santiago de la Garza, que dio lugar a la fundación de Santa Rosa el 13 de marzo de 1753:
En nombre de Su Majestad (que Dios guarde) y de su Real Justicia, amparó en posesión al Reverendo Padre Coadjutor Fray José Chaverri, en nombre y voz de dicho Reverendo Padre Cura Ministro de Doctrina del referido sitio y terreno de doscientas varias de frente a dicho camino y un ciento de dichas varas de fondo, como va deslindado y se halla estacado y señalado; y en señal de verdadera posesión cogió de la mano a dicho Reverendo Padre Coadjutor Fray José Chaverri, lo paseó por todo el dicho terreno, le hiso tirar piedras, arrancar llervas y hacer otros actos de verdadera posesión, y mandó que de ellos no sea despojado sin ser primero oido y por fuero y derecho vencido de dicha posesión, la que adquirió real, corporal, vel cuasi y sin contradicción de personal alguna y de haber pasado así quieta y pacíficamente lo pidió por testimonio.(23/4126: 89).
En torno a la ayuda de parroquia, a la que se tituló con el nombre de Santa Rosa de Lima -en honor de Rosa de Santa María, nativa de Lima, Perú, quien fue beatificada en 1668 y canonizada en 1671 (Brading, 1991: 369)-, se comenzaron a asentar las primeras doce familias de lo que sería el pueblo de Santa Rosa, por lo que esta es la fecha que se reconoce oficialmente como la de su fundación.